15.5.16

Norman Whitfield, la pieza maestra



Mal asunto. Se apaga la luz. Se funde la bombilla y revienta definitivamente la lámpara; nos hemos quedado a oscuras y sin embudo de referencia en el Motorfunk, sonido de las bielas del homo-black. Habrá que echar mano otra vez de la fonoteca y la peluca. Hombre, no lo digo por Rose Royce, su postrer sello discográfico, ni siquiera por el trabajo que se editó hace poco, Brother Ali, equilibrios actuales nacidos de su propia herencia; lo digo precisamente porque el legado sigue perviviendo con una rigurosidad apabullante desde su creación, a finales de la década de los sesenta. Digámoslo ya, pronto y fuerte: Norman Whitfield rompió todos los cánones de un sonido absolutamente poderoso, intocable y demoledor entonces, la Tamla Motown. Nacido de las mismas calderas donde se fabricaban los motores de un trailer con denominación de origen, Detroit City. Whitfield, entonces, sesenta y tantos, habló con los jefes y les convenció cuando estos fabricaban éxitos como embragues. La escena tuvo que ser histórica: Marvyn Gaye, Barry Gordy o Smokey Robinson escudriñando el invento del visionario peludo al fondo del estudio, allí, en la pecera del estudio The Temptations esperando a cantar y el tipo que nada, que aún no, que esperéis hasta que yo lo diga. Así una y otra vez. Así fue con 'Ain't too proud to beg', que incluirían los Stones en It´s only Rock ´Roll, con 'I Heard it through the gravepine' que accediera a interpretar Marvin Gaye y machacar en clave de rock la Credence Clearwater Revival y "(I Know) I'm Losing You" con el mejor instrumento local para el camión, Temptations, claro -también Rare Earth-.



El pastel estaba por llegar: "War", que dedicó a un hijo de su mujer que no sintió las piernas en Viet-Nam, para Edwin Starr (Springsteen y Frankie Goes to Hollywood llegaron tarde mal y desubicados); "Papa was a Rolling Stone", la canción perfecta donde Temptations manosearon la gloria y, por fin, "Masterpiece", el documento en 33 r.p.m. de vinilo más importante editado desde que James Brown hace muchísimos años se encerrara en el Apollo Theatre de Nueva York.
Mal asunto, el cuento suena retórico, pero, lo juro, Norman Whitfield es puro deleite.
Murió en septiembre de 2008. Cáchis.


Publicado originalmente en Stone el 27 de septiembre de 2008