Estas son palabras, ahora apresuradas, que abren el sentimiento más cercano a una persona admirable.
A un humanista: de los inconformistas;
a un libre pensador: de los coherentes;
a un buscador, viajero: de los incorregibles;
a un socio: de los fieles;
a un idealista: de los que se trabajan los sueños...
Crear, inventar, imaginar, proyectar, planificar, volar... ésa ha sido la impronta de Miguel Barnés toda su vida. Bajo esos cánones ha transcurrido toda su existencia. Siempre con la sonrisa abierta, sin titubeos ni redondeces. De cara. Visto así, hoy, sin esta despedida repentina, es como si hubiera partido con el macuto de pinceles y atriles hacia Burkina, hacia Tinduf, Bosnia, la India... hacia Berlín, tan cerca ahora de todos nosotros Berlín cuando se habla de Miguel. ¿Y si se hubiera quedado allí?.
Gracias Miguel,
por el brillo de cada uno de tus días.