30.3.11

The Beatles, 50 aniversario. Los Discos. Volumen I



Abramos el Pastel

1961. Por aquel entonces yo aún andaba con Blue Diamonds,Teen Tops, alguna joya hallada casualmente de Elvis en guateques de mayores o los mesticeras de Mimo y Los Jumps. No tenía ni idea de lo que se gestaba en esos históricos instantes en los clubs de Liverpool, Londres y mucho menos de Hamburgo (allí dicen las crónicas de entonces que solo había clubs de streep-tease). En junio de ése año, mientras yo bailaba el twist, cuatro jóvenes músicos británicos que habían cruzado el charquito del Canal en busca de aventuras más atrevidas que las ya para ellos rutinarias funciones en The Cavern, el mítico club de Liverpool, se enfrascaron en la estimulante y excitante emoción de encontrarse con el músico hamburgués Bert Kaempfert al que los chicos conocían por ser el autor de una canción que uno de ellos, John Lennon, conocía de Elvis Presley, Wooden Heart. Se la había visto interpretar al Rey en la película GI Blues ése mismo año en un cine de San Pauli, el barrio que les acogió en la ciudad alemana. Bert Kaempfert era ya una leyenda en Hamburgo y Alemania y unos años después lo sería también en el mundo al grabar con su orquesta una canción para Frank Sinatra que supuso su reconocimiento universal: Strangers in the Night.
La ocasión, junio de 1961, significaba algo sustancial para The Beatles, algo que andaban buscando desde que aterrizaran en su primer intento de invasión a Europa un año antes. Kaempfert por su parte andaba interesado en ver a esos nuevos grupos que anunciaban las revistas juveniles y que solían descargar artillería rockanrolera en los garitos de la noche hamburguesa. En uno de ellos, El Top Ten Club, descubrió a Tony Sheridan y Los Beatles y quedó impactado por la repercusión que tendría aquella jerga gamberrota entre la juventud alemana, ansiosa de nuevos registros y emociones. No falló. Bert Kaempfert grabó cuatro canciones que fueron un tiro. Al final, de las ocho canciones que en principio integrarían  el álbum, habían incluido dos temas de aquel grupo de acompañamiento, donde Sheridan no aparecía por ningún lado. Polydor, el sello discográfico, firmó otros tres años a Sheridan para seguir grabando con él, sin saber que el grupo que le acompañaba ni le pertenecía ni en realidad tenían nada que ver con el cantante. Sólo eran los músicos que Sheridan utilizaba en sus bolos. Así que Kaempfert y Polydor se tragaron a Sheridan tres años ..., ¡eso es un trago!. Un año después de la edición de exitosos singles, Polydor echó mano de archivo para completar aquella bomba de relojería con cuatro canciones más que Tony Sheridan tenía grabadas con un grupo llamado The Beat Brothers. Excuso decir quienes eran los hermanitos.




Los Beatles que grabaron aquellas canciones de Kaempfert fueron John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best. Stuart Sutcliffe había dejado el grupo poco antes para estudiar arte. Las canciones fueron My Bonnie, When the saints go marching in, Why (Can´t you love me again) -todas con Tony Sheridan de sinpar vocalista- y Cry for a shadow, y aquí está el primer gran dato: ése fue el primer tema -instrumental, por cierto- que Los Beatles grabaron en su historia sin intermediarios (el pobre Sheridan). El asunto lleva la firma Harrison/Lennon, algo que no volvería a repetirse en toda la historia del grupo. El primer single como músicos llevaba, eso sí, la inestimable compañía de Tony Sheridan: My Bonnie/When the saints go marching in, bajo el sello Polydor alemán. Grabado en junio de 1961. Una semana después, y siempre con Polydor, grabarían la segunda canción en la historia de los Beatles, me refiero, insisto, tal cuales y sin prometedores "extraños", Ain´t she sweet, con John Lennon como debutante solista en la voz. La única canción en el álbum que aparece un beatle cantando en primer plano. En el resto de los temas integrados en aquellas primeras e históricas grabaciones harían, todo lo más, coros. El resto de las grabaciones serían If you love me baby, Nobodys child y Sweet Georgia Brown, un standard dixie que a Sheridan le salía muy bien. Hasta aquí la época sesiones Beatles en Hamburgo. Ya no hubo más. Lo que si existió, mientras los productores de Polydor se tiraban de los pelos, fueron repetidos intentos de exprimir aquellos tesoros con intentonas golpistas utilizando las únicas grabaciones que poseían de ley. La táctica fue utilizar los temas como singles o nombres variados para las respectivas ediciones en elepé, en algún caso incluyendo algún otro tema de...¡Tony Sheridan!, haciendo creer que Los Beatles se habían pasado media vida grabando en Hamburgo para Polydor: Ya Ya Ep; The Beatles First; The Beatles In the Beggining; el comentado The Early Tapes; Althought The Beatles...
En 1985 aparecieron dos canciones más, incluidas, se supone, en aquella aventura alemana donde Lennon canta como solista Some Other Guy y Rock and Roll Music, pero las especulaciones sobre su autenticidad son oscuras a la par que abundantes.




Otra cosa. Lo de calificar aquellas canciones iniciáticas como "tesoros" es una licencia de texto, no necesariamente literal. Las grabaciones, aún considerando los condicionantes como adversos: estudios, técnicas, logística, maquinaria, etc., son producto del momento y oídas unas cuantas veces podían haber sido interpretadas por cualquiera de los grupos que andaban por aquellos antros modernistas, fuera en Hamburgo o en Londres. Nada especial. Sólo anecdóticas. Ni siquiera los dos temas que protagonizaron Los Beatles podrían presumir lo que llegaría después. En cuanto a Tony Sheridan, aquí en España teníamos a Chico Valento, el Elvis maño, o Mochi... eso ya era tener bastante.

27.3.11

Disquería y la cultura Zen



Si vas estos días a Disquería, el mejor bazar discográfico visto en muchas ciudades a la redonda, Pepe Poveda te hablará de Zen, aquella banda de Amsterdam que saltó a la fama en los sesenta con la primera versión que se conoció en Europa del musical Hair, de James Rado y Gerome Ragni y la música de Galt MacDermot. Volver a escuchar a Zen es como pasear por la calle Ancha y pedirle unas pipas a Puntapuros*. En la calle Ancha, en los sesenta, hablábamos de esas cosas, de ése provocador de las gafas negras y pelo a lo Harpo Marx que conocíamos como Bob Dylan, el Bob Dylan ése. Y de grupos como Zombies o Zen. Bueno, la verdad es que no eramos muchos pero el final del paseo nos llevaba siempre al Rex, la cafetería que había frente a la estación antigua del Paseo de la Cuba, donde esperaba Poveda detrás de la barra para contarnos que se había comprado el Pictures of Lily de los Who. Poveda se gastaba lo que ganaba en el Rex en discos. Yo vi un día lo que tenía en su habitación, cuando vivía con su madre y me quedé pasmado. Todas aquellas rarezas discografícas que dificilmente podíamos ver, tan sólo escuchar (al President Rosco, las noches de cielo estrellado) o leer (en alguna revista, Fans, Mundo Jóven o Fotogramas). Allí, en su casa de post-adolescencia reposaban los vinilos de los Kinks, Who, Spencer Davis, Move o Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Teach. Era, ya entonces, un adelantado y los que le visitábamos unos pringaos. Luego hicimos la mili juntos y la amistad se fortaleció. Recuerdo llevarle en mi Seiscientos a su campamento de Manises cada domingo después de la medianoche. Llegábamos a las cuatro de la mañana. Le dejaba y yo me volvía a Betera (Valencia) a cuidar los tanques de Milans del Bosch, no fuera que no estuvieran a punto el 23 de febrero de 1981, unos años después. En el viaje hablábamos de Zen, o del Exile on Main Street. Poveda ha sido siempre muy generoso y me dejaba los discos que me gustaban. Tenía los discos sólo el fin de semana, los grababa en cassette y listo. Un chollín.


Ahora, bastantes años después, volvemos a hablar de Zen y de su versión de Hair o Aquarius en su tienda de discos de la calle Salamanca. Me pincha el vinilo y me vuelvo a quedar pasmado. La voz de Caro Kalkman era parecida a la de Colin Blunstone de Zombies, a la de Alan Clark, de Hollies; todos eran clones de sí mismos, de las factorías Manchester o Liverpool como Gerry & The Pacemakers y aunque Zen fueran holandeses debían de haber mamado toda aquella música del Reino Unido. No sería extraño que el nombre del grupo estuviera influenciado por los conocidos repasos de Lennon y los suyos a las filosofías budistas en aquella época. Los Beatles siempre marcaron tendencias. Zen no fueron longevos, tras unas cuantas canciones en 1970 se disolvieron, aunque luego llegarían a hacer arrumacos hasta el 75.


Comentamos ambos que la gente actual, los jóvenes, andan más preparados que antes en estos menesteres, entre otras cosas porque barajan mucha más fuente de información. Que aún existe el entusiasmo por aquellas músicas ancestrales, el beat. Nos gusta que así sea, claro - el vive de eso- , pero ambos andamos de acuerdo en haber vivido aquellos picores en primera línea y en directo y eso creo que nos ha marcardo toda nuestra vida.


Disquería sigue regalando aquellas emociones y muchas más, en vinilo (¡ojo!), en la calle Salamanca. Pepe Poveda sigue permaneciendo entre sus estanterías gloriosas hasta que alguien le saque con los pies por delante. Yo, desde luego, a eso no me apunto.

*) Puntapuros fue un conocido vendedor de pipas de girasol que estableció su puesto de francotirador en las Cuatro Esquinas, es decir el popular cruce de las calles Mayor y Tesifonte Gallego ( calle Ancha). Envolvía su tesoro en un cucurucho hecho con las hojas del Penalty, la hoja unformativa de los partidos de futbol del domingo, realizada poco después del último silbato del arbitro en el último partido de la jornada.

26.3.11

I wouldn´t Give A Blind Sow An Acorn, Wouldn´t Give A Crippled Crab A Crutch
(No le daría una bellota a una cerda ciega, no le daría una muleta a un cangrejo cojo)
Cousin Joe Pleasant

23.3.11

Mathew Herbert de viaje



Vuelve Herbert el Artesano. El Alquimista. Ése artista musical raro, pero raro, raro..., aunque extraordinariamente práctico y lo que es más importante, brillante. Desde las bolsas de papas que utilizaba en sus comienzos hasta sus famosas big bands con, evidentemente, músicos de jazz en el acompañamiento, Mathew siempre sorprende. Parece como si entre obra y obra barruntara cómo demonios sorprendernos. Cómo darle un giro absoluto a su última obra. Y el bendito lo consigue. Entre tanta extravagancia están sus magníficos discos Bodily Functions (2001) y There’s me and there’s you (2008), dos pequeñas obras de arte y esos directos que te transportan a dimensiones desconocidas.

Ahora ha trazado otra sinuosa línea de trabajo, la dedicada a tres, nada menos que tres, obras conceptuales. Una dedicada a si mismo y su circunstancia como músico. Se atreve a cantar (Cantar durante la grabación fue realmente difícil. No había nadie que me dijera si era horroroso o no; y si lo era, tenía que arreglarlo yo mismo. No podía disimular nada tras trucos ingeniosos de producción. A veces tuve que recurrir al esmoquin negro y media botella de vino para superar los nervios) y a utilizar todo mecanismo, dispositivo o artilugio, musical o no, a su alcance. Se titula One One y ya está en la calle. Formidable la descripción que hace de doce ciudades que le han visto crecer, sobre todo los requiebros a Milán, Berlín y, para mi, Leipzig: seductora y fascinante. El segundo es una reseña de un guateque luminoso, el de los clubes de baile, en concreto el del Robert Johnson Club en Offenbach, ciudad del oeste de Alemania. Tan aficionado a las grabaciones, Herbert desparramó allí micrófonos por todos lados para recoger las sensaciones del público, sus roces bailando y el botelleo mientras el dj (naturalmente el propio Herbert) hacía su trabajo. Su título es One Club. La tercera entrega estará dedicado al mundo animal, en un mensaje subliminal al maltrato (en ella describe la nada desdeñable idea de representar la vida de un puerco desde su nacimiento hasta su atroz matanza), One Pig se llamará la protesta.

Ya tenemos tema.

17.3.11

Perros Felices (2005-2010), el disco



Algunos Perros Felices

Nunca pude imaginar la repercusión mediática que iba a tener con el paso de los años el grupo de Albacete Surfin´Bichos, consciente eso sí, que el trabajo de Fernando Alfaro y los chicos fue encomiable y lleno de guiños a una década que nos dejaba, los ochenta.


Después de veinte años, un puñado de buenos discos, de grandes directos, de aventuras y desventuras y la labor de algunos tipos escondidos bajo la piel del Perro Felíz han dado lugar a lo que muchos suelen denominar como Sublime Grupo de Culto Nacional: "El culto que se lo dejen para los domingos en misa. No venden discos, te conocen tres y te hacen un artista de culto. ¿Para qué sirve eso?... para nada" (Manolo Rock, road manager de SB).


Culto o no, lo que es cierto es que Surfin´ han dejado un legado en estos últimos veinte años que no para de dar vueltas, de crear bandas paralelas, determinando un sonido que aunque más cercano a Mercromina tiene su orígen en el estilo Alfaro. Antes de ayer fue Jota Martínez Galiana y sus Sermones en el Desierto (2002): "La prehistoria de Surfin´Bichos es la historia de una ilusión. La historia de una ambición. La post-historia de SB es doble, dos afluentes que se derraman (SB y Mercromina) y siguen hidratando la árida piel de toro con algunos de los momentos más brillantes del pop y el rock nacional. Dos torrentes de un mismo río, dos árboles de una misma raíz que ofrecen frutos muy diferentes". Rogelio Abraldes por su parte abrió los ojos a la memoria nostágica, en plena gira de reencuentro tras doce años separados en Buzos haciendo surf (2008), un documental impecable que hubiera firmado Joe Strummer si las neuroronas no le hubiesen hecho perla. Antes, y en medio de cada episodio, Javier Hernández, cual fiel cuidador de la jauría, mantenía viva día a día la llama Surfin´ en la red de redes: Perros Felices es un blog de y para los discipulos de la teoría Surfin´. Todo y todos andan por ahí. Un trabajo espectacular de Javier que acaba de rubricar con la edición de un disco que representa todo el trabajo de cada uno de los músicos que han intervenido en la aventura Surfin´ desde el 89. Colosal. Enorme legado para tanto aventurero: Surfin´Bichos, Mercromina, Chucho, Is, Fernando Alfaro y Los Alienistas, Burrito Panza, Travolta, Gonzo, Joaquín Pascual, Segunda Vedette, Campbell, Redneck Cassanovas, Walkman, Javi Fernández o Honky Tonky Sánchez y a quien representan, una larga lista de músicos que también participaron del banquete en algún momento. Y son muchos y de variadas estirpes. Un disco para que celebren aquellos tres personajes que acudían cada domingo a misa.
 

15.3.11

Agustín Lozano te invita a cacahuetes

Es Agustín Lozano y así se presentó al reciente concurso de bajistas nacionales de Yamaha:




Naturalmente... ¡LO GANÓ!

10.3.11

Eivind Aarset, la fiesta de la lluvia




Noruega nos vigila. Eivind Aarset, es un tipo nórdico que ha sacado las ninfas de paseo.


Se escurre por los vericuetos de la electrónica, pero a él lo que le place realmente es invocar a las otras diosas, las de la lluvia.

En Sonic Codex preparó la lluvia en la ciudad,en primavera, dijo,
en mayo, como un guiño del mar; ¡mejor!.

He visto a Steve Hillage escondido en su rincón del planeta Gong sonreir con el sombrero de brujo que le arrebató a Daevid Allen. Tiempos de Rey Carmesí y de alfombras verdes, de gnomos e increíbles orquestas de cuerda.
Éste es su cuarto disco y ahora, como duende de la estratosfera, suele acompañar con su guitarra al trompetista Nils Peter Molvaer, conocedor de la extravagancia de la madera noruega y último animador de la gran armada del Mar del Norte.

Marzo es extraordinario ahora con Eivind y la lluvia.