23.3.11

Mathew Herbert de viaje



Vuelve Herbert el Artesano. El Alquimista. Ése artista musical raro, pero raro, raro..., aunque extraordinariamente práctico y lo que es más importante, brillante. Desde las bolsas de papas que utilizaba en sus comienzos hasta sus famosas big bands con, evidentemente, músicos de jazz en el acompañamiento, Mathew siempre sorprende. Parece como si entre obra y obra barruntara cómo demonios sorprendernos. Cómo darle un giro absoluto a su última obra. Y el bendito lo consigue. Entre tanta extravagancia están sus magníficos discos Bodily Functions (2001) y There’s me and there’s you (2008), dos pequeñas obras de arte y esos directos que te transportan a dimensiones desconocidas.

Ahora ha trazado otra sinuosa línea de trabajo, la dedicada a tres, nada menos que tres, obras conceptuales. Una dedicada a si mismo y su circunstancia como músico. Se atreve a cantar (Cantar durante la grabación fue realmente difícil. No había nadie que me dijera si era horroroso o no; y si lo era, tenía que arreglarlo yo mismo. No podía disimular nada tras trucos ingeniosos de producción. A veces tuve que recurrir al esmoquin negro y media botella de vino para superar los nervios) y a utilizar todo mecanismo, dispositivo o artilugio, musical o no, a su alcance. Se titula One One y ya está en la calle. Formidable la descripción que hace de doce ciudades que le han visto crecer, sobre todo los requiebros a Milán, Berlín y, para mi, Leipzig: seductora y fascinante. El segundo es una reseña de un guateque luminoso, el de los clubes de baile, en concreto el del Robert Johnson Club en Offenbach, ciudad del oeste de Alemania. Tan aficionado a las grabaciones, Herbert desparramó allí micrófonos por todos lados para recoger las sensaciones del público, sus roces bailando y el botelleo mientras el dj (naturalmente el propio Herbert) hacía su trabajo. Su título es One Club. La tercera entrega estará dedicado al mundo animal, en un mensaje subliminal al maltrato (en ella describe la nada desdeñable idea de representar la vida de un puerco desde su nacimiento hasta su atroz matanza), One Pig se llamará la protesta.

Ya tenemos tema.

1 comentario:

Manuelete dijo...

A este hombre sólo le falta saber jugar a las pochas...