29.3.10

Secuencias

Lo nuevo de Joaquín Pascual: "Nos miramos a los ojos" , video dirigido por José Manuel Borrajeros

24.3.10

David Murray & The Gwo Ka Masters featuring Taj Mahal





Guadalupe y sus demonios

Una auténtica juerga. Un guatecazo musical donde fluyen todos los espíritus de la colonización y las raíces. Grabado en Pointe-a-Pitre, la ciudad más grande de la isla de Guadalupe, la grabación es una celebración enfática del paradisiaco lugar como una muestra festiva, ostentosa, de su orgulloso pasado y de su atractivo presente — recordando al mismo tiempo de una manera casi grotesca todos los posos de su historia de esclavitud, de su la lucha y su independencia antes de la integración en Francia (alrededor de 1794). La música es impulsada por los tambores beats de los indígenas  de Ka Gwo, agitando voces y letras que hablan de la vida — como Murray afirma en notas del CD,... "música que está dirigida hacia el futuro".
En The Devil Tried to Kill Me, el saxofonista da rienda suelta a todos los fantasmas que siempre le han acosado desde el tragaluz del mejor rythm´n´blues. Su escuela jazzística neoyorkina queda aparcada ante un asunto que prioriza: contar la vida de Guadalupe a ritmos lúdicos, letras conmovedoras de amor y curaciones envueltas en sonidos abrasantes. A destacar las sobrecalentadas guitarras de Christian Laviso y de Herve Samb y las voces de Sista Kee y, ésta es la buena, de Taj Mahal por el que no pasan los años desde aquel inolvidable Statesboro blues de los setenta y sus canutos en Ibiza. El disco es corto (se repiten dos temas para la cosa de las radio-fórmulas funky que podían haber sido sustituidos por otros) pero intenso. Una gozada total.

19.3.10

Secuencias

Los Chorros del Río Mundo en febrero de 2010

Marc Fosset y los años


 
"El viejo músico de jazz siempre es reconocible y sin embargo distinto cada noche. Improvisa sobre la misma partitura, la banda le sigue y toca con una fidelidad religiosa y el público pide que no pare la música", lo decía el otro día Ramón Besa hablando del futbolista Messi. A la misma hora, el mismo día, el viejo guitarrista de jazz Marc Fosset suscribía las palabras del periodista deportivo en el auditorio de la CCM en Albacete. "Jam Session en el Camp Nou", titulaba Besa. Jam Session, lo que vimos en la CCM. Fosset agarró unos cuantos standars de toda la vida y demandó a sus músicos eventuales que le siguieran, lo mismo fuera recordando a Horace Silver o interpretando al cómico francés Henry Salvador. Daba igual. Fosset tiene su librillo escrito hace muchos años y no es tiempo de cambiarlo.


El experimentado guitarrista se ha convertido con los años en un consumado chansonnier al que comienzan a empalagarle las clases magistrales. Las yemas de sus dedos adheridos a los trastes limpian la guitarra, pulsan las cuerdas levemente y es entonces cuando aparecen las notas. Es ya un ejercicio memorístico más que creativo. Son movimientos mecánicos. Cuando quiere demostrar la virguería, el vibrato, la vieja academia, mira sonriente al público, consciente de su hazaña. No es lo mismo cuando se acomoda para cantar a los clásicos franceses o sus composiciones propias. Fosset aparece más relajado, y lo que es significativo: más brillante con la guitarra. Aún así, el viejo músico de jazz siempre es reconocible.


A Marc Fosset le vimos hace muchos años en Albacete, en 1987, acompañando a Stephane Grapelli en el Auditorio Municipal. Con Jack Jewing al contrabajo, sus cometidos pasaban por acomodar el violín del maestro, asumiendo entonces un panegírico en torno al admirado Django Reinhardt que inspiraba continuamente los recuerdos del violinista. Entonces brillaba mucho más como guitarrista consumado. Ahora ése papel lo realiza el formidable Fabio Miano con la gorra. En un estado de forma excelente, el italo-canadiense estuvo sobrado toda la noche. Ya le llegará el tiempo que, como Count Basie, se limite más a sonreír admirando sus músicos que a su propio menester de divo. Es el paso de los años, que hace que disfrutemos de ambas sensaciones, la nostálgica historia y el presente más admirable, el del excelente pianista, el del aplicadísimo Dani Bruno en la batería y el del improvisado (no pasa nada) Paco González al contrabajo.


Miss Who, Marc Fosset en su salsa

17.3.10

Secuencias

Mural en el escenario del Minton´s Club de Harlem


by JAF

8.3.10

Ray Loriga: pasando por aquí




Loriga tiene un plan

Jueves, 11 de febrero, la Concejalía de Cultura concierta con el polifacetico escritor Ray Loriga una conferencia en Albacete, Sala José Saramago. Me llaman para hacer de anfitrión en la mesa de operaciones. Quedamos, nos vemos y salen las cervezas a relucir. Con una cerveza las cosas se ven de otra manera. Menos oficialistas, más cercanas. Loriga es un tipo accesible, nada envarado, con el que es muy fácil conversar. A los dos minutos confiesa: "Creo que la conferencia que tengo preparada puede ser excesivamente fría y ligeramente distante y yo ahora tengo el cuerpo de charla y cercanías. No me apetece soltarla así como así en plan florido. Me gustaría más hablar de las cosas que manejo en plan funcional. ¿Te atreverías a charlar entre nosotros y provocar el coloquio en los asistentes?".  "Bueno", le digo, "No me muevo mal en esas tesituras, algo me tenían que regalar tantos años de radio". Piscinazo y sin flotador. De todas formas, en Ray Loriga se dan las circunstancias de que todo lo que toca, todo de lo que habla y escribe es parte fundamental de lo que me ha formado como persona e incluso como profesional: La música, el cine, los libros, el espectáculo... ¡el futbol!.


Hablemos de Loriga: De acuerdo que haya sido calificado en sus inicios literarios, en esa costumbre nacional que tenemos de otorgar etiquetas gratuitamente por aquello de evitarnos análisis más reflexivos sobre la auténtica identidad del personaje, como un escritor punk (lo he leído en alguna parte), rock, incluso se le ha catalogado como un escritor beat, en una suerte de expresión nacional de la generación Kerouak, Neil Cassidy, Ginsberg, Corso, Ferlinguetti..., todos ellos vinculados de alguna manera al mundo del jazz.


Nada de esto es absolutamente cierto. Ya me dirán que tiene de punk o de literatura beat, el relato cinematográfico sobre la matanza de Puerto Hurraco en 1990 (guión de la película de 2004, El Séptimo Día, de Carlos Saura) o en la adaptación también cinematográfica de la novela que Pedro Almodovar llevó para el cine en Carne Trémula. Es posible que existan referencias generacionales de Loriga hacia esos mundos exageradamente etiquetados, pero nuestro hombre hoy se revela como un escritor de novela contrastado, como exitoso guionista de películas y como director cinematográfico, considerado como tal cuando reincide en la dirección de Teresa el cuerpo de Cristo, después de debutar en 1997 con La Pistola de mi Hermano, basada en una novela propia, Caídos del Cielo. ("El cine hoy me quita mucho tiempo. Dirigir peliculas es un verdadero engorro. No sé cuando volveré, si es que lo hago" sentencia meditabundo).

Lo de la cercanía personal lo decía porque si a todas estas aficiones usuales como el cine, la música y la literatura le sumamos:


-su profundo conocimiento del fútbol en sus acertados análisis de la liga española y otras opiniones;
-su pasión por la ciudad de Nueva York, donde además vivió (no inventó Manhattan pero sí escarbó en sus alcantarillas);
-su sentido epitafio a un personaje irrepetible como Michael Jackson;
-su adhesión inquebrantable ante un templo mítico del jazz y de la escena como el San Juan Evangelista, el popular Johnny
y en definitiva, es cierto, su conocimiento también amplio de la música que más he escuchado a lo largo de los años... Loriga se destapa como un notable notario de mi crónica diaria. Creo, estoy convencido, que no estoy solo en esa impresión, disculpadme, interesadamente íntima.