21.4.10

XIV Feria de Teatro de Castilla la Mancha



La Feria fue una feria



La XIV Feria de Teatro de Castilla la Mancha, llamémosla por su verdadero significado: Feria de las Artes Escénicas de CM, bajó su último telón a las 22,00h. del pasado 15 de abril. Andrés Beladíez, su director artístico, tiene claro lo que quiere exponer cada año para que lo vea el público y , sobre todo, que para eso es una Feria, los programadores culturales de todo el país. Rebusca por todos los escenarios continentales, nacionales y regionales nuevos registros, nuevas formas de representación en la danza, el teatro, la calle y en los códigos electrónicos e informáticos que etiquetan el nuevo siglo. No pestañea. En realidad convierte la Feria en un mercado de vanguardias, en una avanzadilla escénica, lo que no siempre le reporta favorables críticas. Un pestiño para algunos, entre los que me cuento, como Nacimos para ser estrellas, de La Tristura, Beladíez lo defiende como una pasada de sinceridad y homenaje a la adolescencia, un ejercicio de utopía que en algún momento todos hemos pasado. Y debe verse. Y debe exponerse - dice- porque reclama un público no demasiado proclive a ir a los teatros, el de la clase de Humanidades, el del sueño generacional, el de la litrona incluso. Es lo que tienen la ferias coyunturales y Beladíez se las toma con la credibilidad de un primer ministro: la escena es para todos y si a mi me parece que las nenas se pasaron dos pueblos en sus cuitas con la sociedad de consumo e imperialismo al programador de al lado se le abrieron los ojos como ventanas de adosados al mar para llevarla a su comunidad y comenzar de nuevo el flower power: el mundo es una mierda y lo que sientes es todo lo que importa, porque todo lo que importa está hecho de lo que sientes. Es la misma generación, código Beladíez, que alucinaba cada noche de chirimiri en la Plaza de Toros con Telenoika, un espectáculo visual sin precedentes en la ciudad, donde la Chata bailaba con el último sonido electrónico de los catalanes, soberbios en su concepción y trabajo de nuevas formas de expresión visual.

En realidad y a fin de cuentas, la feria es un pequeño lujo que nos permitimos los albaceteños -los programadores ya vienen de Viet-Nam- al disfrutar de personajes como Quico Cadaval, una especie de pistolero de la palabra, rápido y lúcido en la conversación que suele acertar entre los ojos antes de que puedas siquiera mover un solo músculo. O los chicos de Maboul Distorsion, que no gustaron a todos los camboyanos, pero a mí me dejaron boquiabierto con sus idas y salidas de un increíble escenario de cartón. Cuestión de gustos, pura subjetividad. Como la de la biblioteca Portillo, original, cuidada, explicada y eran... nudos de cuerda lo que barruntaban libros. La cena de Ponten Pie, fría como un helado en la Antártida, en el ambiente, pero llena de gags y situaciones imposibles. La maravilla Do Chapitô en una inusual tempestad: el brillo del gesto y el guiño, el detalle y la continúa complicidad. Que gran final de feria.
La autopista loca de Anónima, otro viaje a la imaginación. El humor Chanante -perdonad la expresión- de Llanos Campos jugando con los muertos como sólo se juega en Albacete y la Mancha. Una feria. Un disloque. Un desparrame: que pena que no saliera un cura de la Catedral en pleno escorzo de Rootlessroot. Una feria de sensaciones, de novedades y de alteración en la rutina de una ciudad tan necesitada de estas emociones.



Con todo, yo me apunto a repetirla. Y sí, me apunto a Andrés Beladíez.



Fotos:JAF

1 comentario:

Margarida Troguet dijo...

y yo me apunto a este blog y suscribo tus palabras, tu Feria de Castilla La mancha y tu Andrés Beladiez