18.5.09

Antony & The Johnsons, la última joya del pop




El artista americano dio un extraordinario concierto en Murcia

La música pop es como un gran monstruo mediático que todo lo devora. Descubre su producto en el último confín del mundo, lo condimenta, lo pule y lustra y cuando está en su punto lo ofrece como fiambre para el consumo popular. Los interesados ya se encargarán de marcar los tiempos adecuados para exhibir la etiqueta de caducación. Antony Hegarty (Chichester, Inglaterra, 1971) es un artista, un producto, atípico en ésta compulsiva dinámica de consumir y tirar. No pertenece a ésa larga lista exhibida en los menús tradicionales, rompe los moldes y crea su propia dinámica de tratamiento. No es que vaya a ser: es que ya es de los productos imperecederos, de los que duran y duran. Ya ha comenzado a entrar en los libros de la caballería ligera del pop; bueno, en realidad Antony dejó muy pronto de ser un artista pop para convertirse en uno de los nuevos iconos de nuestro tiempo. Atrás queda su estentórea fachada underground y la mítica que le acompañó tras el descubrimiento sublime de I´m a bird now, su disco de 2005. Con el nuevo trabajo que estos días presenta en España, lo hizo en Murcia el día 7 del presente mes, The Crying Light, Antony y su excelente combo The Johnsons es una confirmación envuelta en papel de regalo, de lujo, para degustar sin la menor predisposición a la típica novedad de un nuevo artículo de consumo. Es una brillante realidad.

Antony apareció en el escenario del Auditorio Víctor Villegas diez minutos después de recordarnos su actual fijación por la danza japonesa (reflejada en una impresionante fotografía del bailarín de danza Butoh, Kazuo Ohno, en la portada del nuevo álbum) a través de una ninfa que desplegó todo un compendio de la danza oriental preparando el ambiente intimista y sombrío que presidió todo el recital.
Luces sesgadas, lloronas, para un artista, un fantástico vocalista, que interpreta el silencio como nunca habíamos sentido. Éste, Antony, iba de gran “madama” de la escena y marcaba su propio tempo desde el rincón del pianista, a veces imperceptible, pero con un vozarrón sorprendente en su inicial interpretación de Where is my power, antesala de todo el despliegue de su último trabajo. La luz que lloró intencionadamente durante toda su estancia en escena nos mostraba los cambios de instrumentos que un intendente ofrecía a los músicos delicadamente; sobrios, elegantes, austeros, a la espera de una mirada de la diosa, la mía clavada en Julia Kent y su violoncello. Ella ha estado en todo el proceso creativo de Hegarty y representa mejor que ninguno de sus compañeros la propuesta del artista.


Antony, mientras, clavaba sus quejidos en cada butaca del salón, en el mismo centro de cada corazón y lo hacía desplegando todos los matices que puede ofrecer una voz privilegiada, sin mesura, abierta a todos los sentidos de la música. Estremecedoras Another World, The Crying Light, For today I am a boy; en Man is the baby, Antony saca de la chistera su peculiar dominio del silencio y a la vieja usanza del maestro Thelonious Monk realiza para todos su acrobacia preferida: contener la respiración, suspender el aire, parar los pulsos, parar el tiempo. El prodigio se cumple según el guión y todo transcurre en una representativa aventura mística. Es entonces cuando se levanta del piano y ofrece, tímidamente, su físico al respetable: ropa (de hombre) diaria, de ir a por el periódico, cubierta con un manto transparente que le llega hasta las rodillas. Pelucón lacio negro que le cubre casi la cara. Estatura y corpachón de estibador de puerto. La parodia estrambótica del encanto. Todos aplauden.



La carrera profesional de Antony Hegarty ha estado siempre rodeada de una mítica suerte legendaria: el descubrimiento de su propia identidad transgenera; el recorrido por una geografía de búsqueda, Amsterdam, California, Nueva York; la fascinación por la iconografía glamourosa de Boy George, Marc Almond; su natural tendencia al mundo de las artes gráficas, escénicas y su decisivo encuentro con los dioses, Lou Reed en el Olimpo y su último álbum con la Velvet Underground, Loaded. De haber vivido para experimentarlo sería todo un caramelo para Andy Warhol. Una tarta de frambuesas para el siglo XXI. En I´m a bird now rompió todos los moldes discográficos e inauguró una nueva era resentida por las indecisiones de última hora de Bjork y Prince.
Suponía el descubrimiento de un nuevo icono sólo que (bird) era un único disco y faltaba saber si iba a suponer flor de un día (antes había avisado con un álbum iniciático que no produjo ninguna trascendencia: esos laberintos que guarda siempre la memoria artística). Cuatro años ha tardado (Antony es obsesivo con la perfección) el mundo de la música en corroborar los expectantes pronósticos en The Crying Light. Mientras, a Antony Hegarty se le puede escuchar cantando Llamando a las puertas del cielo en la banda sonora de la película sobre Bob Dylan I´m not there; en dos canciones con Bjork de su álbum Volta; en los elepés de Lou Reed The Raven y Animal Serenade; en el de Rufus Wainwright Want Two; en el Happy Xmas de John Lennon, con Boy George en un disco recopilatorio y reivindicativo; en fin, con Bryan Ferry, Franco Battiato, una extensa pléyade de discos y músicos del siglo XXI y últimamente en el formidable Easy Come, Easy Go de la incombustible novia del rock Marianne Faithfull. No, Antony Hegarty no es de los que se toman tiempo entre grabaciones de obra nueva, si lo ha hecho es porque ha sufrido la tiranía del triunfador, aquella que manosea y moldea a quienes hurgan las puertas del cielo.

Concierto de Antony and The Johnsons en Murcia.Día 7 de mayo de 2009. Auditorio Víctor Villegas. 21,32h.
Duración: Una hora y media.
Antony Hegarty (voz, piano),
Músicos (vestidos para una convención de Elfotex):
Rob Moose (violín y guitarra),
Julia Kent (violoncello),
Maxim Moston (violín),
Jeff Langston (bajo),
Parker Kindred (batería, voces) y
Douglas Joel W. (guitarra, metales).Calificación: Ferozmente hermoso


El Brillo de los Días. Publicado en el diario La Verdad de Albacete. 17/5/2009.

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